El arte de la autoarquitectura (Cómo cambiar quién eres)
15 oct 2023

La vida es un juego y tu carácter determina el resultado.
Tu carácter es moldeable.
Esa es la primera toma de conciencia que debes hacer.
Puedes cambiar.
No importa lo doloroso que sea.
No importa lo que te diga tu mente.
Por mucho que quieras aferrarte a las comodidades de tu vida actual, que están causando más destrucción de la que crees.
Tu carácter es tu concepto de ti mismo: quién crees que eres.
Una mezcla de ideas, creencias, experiencias e información que has procesado y que componen el sistema operativo desde el que interactúas con la realidad.
Para la mayoría, su personaje fue creado para ellos.
En nuestra infancia, todos y cada uno de nosotros somos un producto de nuestro entorno.
El impulso humano fundamental de aprender nos permite absorber toda la información que contribuya a nuestra supervivencia.
Con esta información, se nos marca una trayectoria por defecto, aunque mediocre.
Como un tren que se precipita por las vías, si no aprendemos a dirigir nuestra propia aventura podemos acabar dirigiéndonos hacia un callejón sin salida.
El destino de la humanidad no está garantizado.
Es el caso de toda forma de vida.
Si no tomamos decisiones inteligentes y conscientes, podemos erradicarnos de la faz de la Tierra.
Este es el peor escenario posible, pero es una posibilidad cada vez mayor.
Nuestro carácter determina nuestras acciones.
Nuestras acciones contribuyen a la sociedad y a la cultura.
La sociedad y la cultura influyen en la programación de otros personajes.
Las ideas, creencias e información que componen la forma de nuestro carácter se propagarán a través de nuestras elecciones para formar otros caracteres.
El carácter colectivo determinará su propio destino.
Todo empieza con la capacidad de un individuo para despertar de su trayectoria mediocre, cambiar lo que es y dejar que sus acciones repercutan en el mundo.
Paradoja del desarrollo personal
La vida es un juego que alberga infinitos juegos.
Hay dos macrojuegos que son los más fructíferos:
1) El juego externo
El juego externo es lo que eliges hacer con tu vida.
Son los objetivos autogenerados que persigues y que repercuten en la humanidad.
Aquello a lo que dedicas tu tiempo, enfoque y dinero para construirlo como una modalidad de creación de valor.
2) El Juego Interno
Si tus objetivos externos no están respaldados por un sentido filosófico de dominio, seguirán siendo superficiales y carentes de sentido.
Por cada objetivo que persigues hacia fuera, hay una lección que debes desbloquear hacia dentro.
Ésa es la paradoja del desarrollo personal.
Cuanto más alto empujas en el mundo, más profundo te sumerges en ti mismo... si no te pierdes.
A medida que te desarrollas, aumentas tu nivel mental.
En cada nivel, obtienes una visión descendente de tus experiencias pasadas.
Empiezas a darte cuenta de la estructura del sistema, o juego, al que estabas jugando (o permitiendo que jugaran contigo).
Una temporada de lucha interna es el requisito para alcanzar tu siguiente nivel mental.
Cuando adquieres la habilidad o los conocimientos necesarios, alcanzas el siguiente nivel mental que resuelve el problema al que te enfrentabas.
Como cuando fracasé en 3 negocios diferentes.
De lo superficial a lo metafísico (cincelando hacia dentro)
Para cambiar quién eres debes encontrar un equilibrio entre la paz y el progreso.
Tienes que empujar hacia fuera, hacia metas significativas, al tiempo que te desprendes del caparazón endurecido de una identidad que te has formado.
Ciertas metas requieren un carácter determinado para ser alcanzadas.
Y si descuidas el trabajo interior en tu viaje exterior acabarás atrapado en una existencia superficial:
Un empresario sin salud.
Un culturista sin filosofía.
Un artista del ligue sin valores.
El arte de la autoarquitectura exige un desarrollo holístico.
Nuevos problemas aflorarán a tu conciencia a medida que alcances metas más grandes y mejores, pero la mayoría de la gente los descuida, de ahí el estado de la sociedad.
Piensa en quién eres, en tu concepto de ti mismo, como una estructura intelectual que has construido con el tiempo.
Cuando se remodela una casa, ¿se va directamente a los cimientos?
¿O empiezas por un pequeño problema estético para que no se derrumbe toda la casa?
Cuando se empieza a cincelar una losa de mármol, ¿se golpea con el martillo tan fuerte como se puede?
¿O das pequeños y calculados golpes para no convertirlas en polvo?
El mismo concepto se aplica a cambiar quién eres.
La mayoría de la gente quiere empezar con problemas profundos, espirituales y metafísicos que residen en su núcleo.
Si no has hecho ni el más mínimo trabajo de autoayuda como:
Ir al gimnasio o entrenar
Corregir tu nutrición y hábitos
Adquirir habilidades y conocimientos de alto valor
Entonces lo estás pasando mal.
Yo diría que las personas que intentan ser "espirituales" sin hacer el trabajo superficial lo hacen por razones superficiales.
Utilizan la espiritualidad como una carta de nobleza para evitar hacer cualquier tipo de contribución a la humanidad persiguiendo objetivos.
He aquí el proceso a seguir:
1) Perseguir un objetivo que suponga un reto suficiente
Empieza por algo pequeño y superficial.
Arregla tu salud, tus finanzas y tu mentalidad.
Pon un pie en lo desconocido para que sientas el estrés necesario para ponerte en acción.
Esto te da un propósito menor que actualizar.
2) Adquirir la habilidad necesaria para lograr el objetivo
Es una tontería pensar que puedes lograr objetivos autogenerados sin autoeducación.
Necesitas sumergir tu mente consciente en la información que programará una nueva identidad (y te dará el conocimiento para atacar tus metas).
Sigue cuentas de redes sociales que ofrezcan información específica relacionada con tus objetivos.
Compra de 1 a 3 libros sobre la materia y devóralos.
Cuando tienes un objetivo en mente empiezas a percibir las situaciones con intención.
Intención = hacia dónde te diriges.
La información se vuelve más relevante y aplicable a tu vida.
Pones fin al ciclo de distracción y consumo sin sentido.
Si no sabes qué habilidad aprender, considera aprender escritura de alto impacto. Podría decirse que es la habilidad más lucrativa de la era digital. Mis alumnos y yo lo hemos demostrado.